El alzheimer (EA), que es la forma más común de demencia, es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por una gran degeneración de las células nerviosas del cerebro (neuronas). La EA no es contagiosa, pero es una enfermedad progresiva e irremediable que altera la personalidad y destruye de forma gradual la memoria de una persona. Aún habiendo realizado numerosas investigaciones, todavía se desconoce la causa exacta de este trastorno.
El Alzheimer aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad, no obstante también se han encontrado casos raros, en los que la enfermedad se desarrolla a los 40 años.
Resulta bastante complicado realizar una lista de todos los síntomas que el EA puede causar. Algunos de ellos son: pérdida de la memoria instantánea, bloqueo de pensamientos (recordando siempre lo mismo o repitiendo cuestiones ya realizadas unos segundos antes), necesidad de ayuda para realizar cuestiones que anteriormente hacían solos (levantarse, ir al baño), pérdida de los recuerdos, así como de su propia identidad y de sus familiares y cambios bruscos de personalidad.
Como se ha mencionado con anterioridad, el Alzheimer es una enfermedad incurable, pero es muy importante el diagnóstico del paciente, ya que esto permite incluso poder realizar planes futuros antes de que sea demasiado tarde.
El Alzheimer no es hereditario, por lo tanto que un padre, una madre o un familiar cercano, tenga el (EA) no implica las futuras generaciones de la familia las vayan a tener.
El Alzheimer no es hereditario, por lo tanto que un padre, una madre o un familiar cercano, tenga el (EA) no implica las futuras generaciones de la familia las vayan a tener.
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