A medida que envejecemos, el sistema nervioso pasa por diversos cambios naturales no-patológicos. A partir de los 60 años el cerebro y la médula espinal sufren cambios morfológicos entre los que se encuentran la reducción de peso de los mismos (atrofia), la pérdida de mielina y la disminución en el volumen de la sustancia gris. La mielina es una sustancia que recubre y protege los axones y que aumenta la velocidad de transmisión del impulso nervioso. Ante la falta de mielina las neuronas comienzan a transmitir los mensajes con menor velocidad que antes. Con esto, se observa que los sentidos se deterioran y se sufren alteraciones cognitivas, como la pérdida de memoria y de la capacidad de procesar correctamente la información adquirida. Esto produce la reducción o incluso la pérdida de los reflejos y de la sensibilidad.
Fig 1. Mielina |
Además, aparecen placas neuríticas, ovillos neurofibrilares y la degeneración granulovacuolar, factores a tener en cuenta en el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer.
Fig 2. Axon con neurotransmisores |
También aparecen cambios a nivel molecular. En este sentido, parece que los neurotransmisores, biomoléculas que permiten la transmisión de información desde una neurona a otra, reducen su funcionalidad en sus sistemas catecolaminérgico (dopamina y noradrenalina) y colinérgico (acetilcolina).
- Román Lapuente, F., & Sánchez Navarro, J. P. (1998). Cambios neuropsicológicos asociados al envejecimiento normal. Anales de psicología, 14(1).
- Fig 1: https://www.guiametabolica.org/sites/default/files/krabbe_01_x500.png
- Fig 2: http://danielmirandacamargo.blogspot.com.es/2017/09/los-neurotransmisores.html